En nuestra última entrada, exploramos cómo nuestra percepción, una interacción dinámica entre descripción, suposición e interpretación, da forma a nuestra realidad subjetiva. Ahora, vamos a sumergirnos en un ejercicio crucial: cuestionar y desafiar nuestras suposiciones.

Las suposiciones actúan como un filtro en nuestro lente perceptual, a veces desdibujando, distorsionando o coloreando nuestra visión del mundo. ¿Pero qué sucede cuando desafiamos estas suposiciones?

En primer lugar, cuestionar nuestras suposiciones puede parecer desconcertante. Después de todo, estas suposiciones a menudo se forjan a través de experiencias pasadas y se solidifican en creencias arraigadas. Pero este paso es crucial para aclarar nuestro lente perceptual.

Considera este escenario: estás en una reunión de trabajo y un colega interrumpe tu presentación. Tu suposición inmediata podría ser que está siendo irrespetuoso. Pero, ¿y si en lugar de reaccionar en base a esa suposición, te detienes un momento y la cuestionas? ¿Podría haber otra explicación para su comportamiento?

Al desafiar nuestras suposiciones, empezamos a abrirnos a nuevas perspectivas y posibilidades. Ya no estamos confinados por los límites de nuestras propias suposiciones y prejuicios. En cambio, empezamos a ver el mundo desde un lugar de curiosidad y apertura.

Además, al cuestionar nuestras suposiciones, nos damos la oportunidad de deshacernos de creencias obsoletas o dañinas que han nublado nuestra percepción. Podemos comenzar a reconstruir nuestras suposiciones de una manera que esté más alineada con nuestras experiencias actuales y nuestros valores.

Desafiar nuestras suposiciones es un paso importante hacia una percepción más clara y objetiva. Es un camino hacia una comprensión más profunda y conciente de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.