A estas alturas ya hemos descubierto el poder del efecto observador, cómo nuestras observaciones concientes pueden cambiar nuestras experiencias y resultados. Ahora, ¿cómo se aplica este principio a nuestras relaciones?
Las relaciones son un espejo de nuestro ser interior. Reflejan nuestra conciencia, nuestros pensamientos, sentimientos y creencias. Al ser concientes de esto, nos damos cuenta de que tenemos la capacidad de influir en nuestras relaciones, de cambiar su trayectoria.
Primero, recordemos que cada interacción es una oportunidad para practicar la observación conciente. ¿Cómo estás describiendo la interacción? ¿Qué suposiciones estás haciendo acerca de la otra persona y de sus intenciones? ¿Cómo estás interpretando lo que está sucediendo?
El desafío es no caer en la trampa de las suposiciones y juicios rápidos. A menudo, nuestras interpretaciones de las acciones de los demás están teñidas por nuestras experiencias pasadas y nuestras creencias personales. Al ser concientes de esto, podemos comenzar a ver a las personas y a las situaciones desde una nueva perspectiva.
Aquí hay algunos ejercicios para llevar el efecto observador a tus relaciones:
- Escucha activa: En lugar de planear tu respuesta mientras la otra persona habla, trata de estar plenamente presente y enfócate en entender lo que está diciendo.
- Revisión de suposiciones: ¿Estás asumiendo que sabes lo que la otra persona está pensando o sintiendo? Trata de poner esas suposiciones a un lado y pregúntale directamente.
- Feedback conciente: Comparte tus observaciones y sentimientos de una manera no crítica. Evita las acusaciones y utiliza declaraciones en primera persona.
En nuestro próximo post, profundizaremos en cómo el viaje de hacer a ser puede influir en nuestra relación con nosotros mismos.