Retomando nuestra reflexión anterior sobre el dilema de “tener razón o ser feliz”, podemos ver cómo nuestras elecciones y satisfacción personal están directamente relacionadas con nuestro enfoque hacia el éxito. En nuestra sociedad, a menudo se nos enseña a buscar validación y reconocimiento externos como indicadores de éxito. Sin embargo, este enfoque puede ser insatisfactorio y contraproducente, ya que nos aleja de nuestra auténtica satisfacción personal. En el viaje de Hacer a Ser, buscamos redefinir el éxito en términos de satisfacción personal, más que de reconocimiento externo.
La satisfacción personal proviene de vivir de acuerdo con nuestros valores fundamentales, de alcanzar nuestros propios objetivos y de crecer y aprender como individuos. Aunque el reconocimiento externo puede ser gratificante, no debería ser nuestra principal fuente de satisfacción o felicidad. Cuando basamos nuestro sentido de éxito y autoestima en la aprobación de los demás, entregamos nuestro poder a factores externos y volátiles. En cambio, al enfocarnos en la satisfacción personal, tomamos control de nuestro propio bienestar y realización.
Eso no significa que debamos ignorar por completo el reconocimiento externo. En cambio, se trata de encontrar un equilibrio saludable. Podemos apreciar y aprender de la retroalimentación externa, pero no deberíamos dejar que esta defina nuestro valor o dicte nuestras decisiones.
En última instancia, el camino de Hacer a Ser implica aprender a definir el éxito en nuestros propios términos. Significa escuchar nuestra propia voz interior y honrar nuestras necesidades y deseos únicos. Y es, sobre todo, recordar que, independientemente de lo que hagamos, nuestro verdadero valor radica en quiénes somos.